Punto uno ni siquiera las habitaciones exteriores son luminosas. Es una calle pequeña y el balcón es pequeño y con una orientación noroeste que no es nada luminosa. Punto dos El hotel podría ser acogedor y entrañable, y, de hecho, doy fe de que lo ha sido. Pero lo están echando a perder. Nunca pensé que pudiera evolucionar tan mal el hotel este. Está ajado, desde las toallas amarillentas y llenas de enganchones hasta las lámparas con las pantallas resquebrajadas, pasando por el teléfono de la ducha. los colchones, el mobiliario... Todo. Ya es un clásico su olor a desagües, no hay forma de que lo arreglen. Van quitando servicios, como el room service básico de cafetería que había. El restaurante está vacío siempre y lo cierran al llegar las diez o así, salvo en fin de semana. El personal es correcto y amable pero no les hables de solucionar ningún problema, porque entonces las cosas cambian y se hacen los locos. Además, cuando llegas te encuentras con una habitación con pinta de haber estado mucho tiempo cerrada, polvorienta, con marcas de vasos en lose cristales de las mesitas, etc. El desayuno, pobre y del montón